Solitas, -atis; del latín, se define como la carencia voluntaria o involuntaria de compañía, también como el pesar y la melancolía que se siente por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o algo.
Para muchas personas, la soledad es algo terrible e inconcebible. Hay muchas personas desgraciadamente enfermas de soledad que tendrán que lidiar toda su vida con este sentimiento.
En 2007, Ryan Gosling protagonizó una película llamada «Lars and the Real Girl» (Lars y una chica de verdad), en la que interpreta a un chico que tiene dificultad en las relaciones sociales y para calmar su ansiedad con estos problemas, decide convivir con una muñeca de silicona llamada Bianca. Su familia decide apoyarle. Finalmente, Lars consigue vencer sus inseguridades y conocer a una chica de verdad. Y aunque esto era una película de ficción, la realidad no esta muy lejos de esta historia[1].
Hace unos días en el Washington Post[2], fue publicada la historia de Senji Nakajima, un señor de 61 años residente en Tokyo (Japón) y que convive con una muñeca llamada Saori. La historia de Senji Nakajima podría ser la historia de cualquier otra persona. Un señor casado y con dos hijos de los cuales vive muy lejos por motivos laborales y que se siente muy solo.
Al principio, el interés de Senji Nakajima por Saori era púramente para rellenar la soledad que sentía en esta circustancia, pero después de un par de meses de convivencia con su muñeca, Senji comenzó a pensar que Saori había desarrollado su propia personalidad convirtiéndose en algo más que un objeto inaminado para él y empezó a pensar en Saori como su novia.
Ella nunca me traiciona… estoy cansado de humanos modernos racionales. No tienen corazón para mí, ella es más que una muñeca y me necesita. Ella es mi compañera perfecta con la que comparto momentos preciosos y enriquece mi vida.
Viven juntos en el apartamento de Tokyo desde hace 6 años. Salen juntos a la calle de compras, a pasear, ven la televisión juntos y se acuestan en la misma cama. La única diferencia con respecto a una pareja normal es que Saori está fabricada en silicona. Este tipo de muñecas son muy famosas en Japón, dónde pueden costar aproximadamente 6.000 dólares y suelen ser fabricadas a petición de sus compradores.
El fotógrafo Taro Karibe (1988) está especialmente interesado en llegar al fondo de los sentimientos humanos en sus fotografías y descubrir las -a veces frágiles- personalidades del ser humano. Decidió pasar una temporada con Senji y Saori para descubrir lo que significa convivir con una muñeca de silicona y esto fue lo que quiso compartir con sus fotografías[3].